La tradición Chilena

LA TRADICIÓN CHILENA


-Usted, que fue uno de los fundadores de la Falange Nacional, ¿qué responde cuando se le dice que la responsabilidad de la Unidad Popular corresponde a la Democracia Cristiana?
-Eso es muy injusto.

-Se dice que le abonó el camino a la ‘revolución socialista’ y se la culpa por haber votado en el Congreso Pleno a favor de Allende…
-La tradición chilena era que el Parlamento escogiera a quien ganaba la primera mayoría.

-¿Sólo por eso votaron por Allende?
-Habría sido constitucional votar por el segundo, pero, francamente, teníamos más coincidencias con el programa de Allende que con el de Jorge Alessandri. Si bien no había inconveniente constitucional ni moral en votar por Alessandri, era más lógico votar a favor de aquel en quien teníamos más puntos de contacto.

-¿Usted piensa que Allende era un demócrata?
-¡Totalmente! Nunca pudo existir una duda al respecto.

-Y el gobierno de Allende, ¿fue tan democrático?
-Fue democrático, pero cometió errores que nosotros mismos condenamos en su oportunidad. No es cierto -como se ha dicho- que el Parlamento declaró inconstitucional la presidencia de Salvador, pero si criticamos muchas actuaciones, sobre todo de varios de sus ministros. Hubo actuaciones equivocadas, más allá de lo legítimo, pero estoy convencido de que era posible rectificar.

-¿Qué había una salida política en 1973?
-Si. Eso creo. Y la salida política estaba muy cerca de producirse. Cuando terminó su gobierno, Salvador estaba a punto de llamar a plebiscito para que la ciudadanía decidiera respecto al problema constitucional que había pendiente y que se refería a la promulgación del proyecto de las tres áreas de la economía. Al llamar a plebiscito -y era su obligación constitucional hacerlo- lo más probable es que lo hubiera perdido y, por lo tanto, lo más probable es que hubiera renunciado a su cargo.

-¿Cree que los partidos de la Unidad Popular lo hubieran dejado renunciar?
-Sí. Aunque sectores del Partido Socialista- que ahora están muy críticos de su propia actuación- eran muy contrarios a la decisión que Allende tenía tomada… Por eso soy partidario de buscar maneras razonables, serenas, de encontrar salidas políticas sin darle tanta importancia al hecho de que sean más rápidas o menos rápidas.

-Algunos quieren ‘democracia ahora’. ¿Qué piensa usted, con toda su experiencia política: creee que sería conveniente una vuelta brusca a la democracia?
-Una vuelta brusca a la democracia sería peligrosa. Además, no veo cómo podría ser. El regreso a la democracia tiene que ser un proceso lento, aunque no tan lento como para no volver nunca, como quisieran algunos… En Argentina demoraron dos o tres años en alcanzar los acuerdos antes de llegar a la normalidad democrática.

-¿Qué les aconsejaría a los que están más impacientes y encuentran que es demasiado esperar hasta 1989?
-Cuando ya se han esperado trece años -por que vamos en el número trece, pues- no parece tan terrible esperar tres más. Muchos creyeron que el periodo de la restauración iba a ser breve. Yo, personalmente, no lo pensé jamás. Recuerdo que entonces comenté que para un hombre de 63 años, como era yo en 1973, seria prácticamente todo mi tiempo… Y ya ve usted.

-¿Así que porque van trece hay que esperar…?
-Pinochet tiene un periodo marcado. Yo no hago cuestión de eso. Hay cosas de las cuales es mejor ni hablar.

-Si tuviera la oportunidad. ¿qué le diría?
-Tantas cosas. Tendría que pensarlo mucho- y otras vez, cazurro- porque yo no hice ni la guardia así que no se cómo le habla un político a un general… En todo caso, le diría que cumpla lo que él mismo prometió: que haga la transición para restaurar la democracia en el menor plazo posible“.

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Información disponible en el sitio ARCHIVO CHILE, Web del Centro Estudios “Miguel Enríquez”, CEME.