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Discurso misa Bernardo Leighton Guzmán Sábado 22 de enero de 2022. Hoy, sábado 22 de enero de 2022, un grupo selecto de personas que incluye a familiares, amigos, camaradas y fieles admiradores, nos hemos reunido una vez más, en este gran monumento a nuestro Dios, la Iglesia de San Ignacio, a conmemorar el XXVII aniversario de la partida de Don Bernardo Leighton Guzmán, con una eucaristía. A esta misa nos invita la Directiva de la Corporación Educacional Bernardo Leighton Guzmán todos los años en memoria del fallecimiento de uno de los políticos chilenos más destacados de Chile quien es el paradigma de la Corporación cuyo objetivo es dar a conocer sus enseñanzas y obras.

Nada más sublime para conmemorar el aniversario del fallecimiento de Don Bernardo, es la misa. Este es el acto más ennoblecido de toda la Iglesia Católica y de otras denominaciones cristianas, ya que el sacramento de la Eucaristía es el centro y el compendio de todo el cristianismo; fue instituida después la Última Cena de Jesús de Nazaret con sus apóstoles.

Don Bernardo nació el lunes 16 de agosto de 1909 en Nacimiento, localidad de la región del Bio Bio y falleció en Santiago, el 26 de enero de 1995 a las 4:30 horas, fecha que con nostalgia y recogimiento recordamos cada año en este lugar.

Él fue un gran cristiano, católico, abogado egresado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, dirigente estudiantil, fiel discípulo del Colegio San Ignacio, fundador de la Falange Nacional que la presidió en 1945 y 1946; cofundador, presidente y dirigente del Partido Demócrata Cristiano, PDC. Fue ministro de Estado de los presidentes Arturo Alessandri Palma, Gabriel González Videla y Eduardo Frei Montalva, y Diputado por Tocopilla, El Loa, Antofagasta y Taltal entre los años 1946 y 1949 y por Santiago en dos períodos, 1969 - 1973 y 1973.

En todos los cargos públicos que desempeñó supo ser consecuente con sus principios y esta consecuencia, lo acompañó hasta los últimos días de su vida. Su lema permanente fue servir a los demás con humildad y bondad, haciendo del Servicio Público un apostolado. Para él, la política era un servicio público cuyo único objetivo era la búsqueda del bien común de los chilenos.

Si bien era hijo único fue hermano de todos y de cada uno de los chilenos y chilenas que se beneficiaron con su actuar y, sus admiradores le decían con cariño, “El Hermano Bernardo”.

Casado con la señora Anita Fresno Ovalle no tuvo hijos propios; pero fue padre de todos los niños que estuvieron siempre en su corazón mientras fue insigne ministro de Educación. Con Anita constituyeron una pareja verdadero ejemplo de amor, bondad, libre de rencores e impulsores del perdón. Desde el 15 de agosto de 1940, día en que ante Dios se juraron amor, fidelidad y compañía eterna, fueron un ejemplo para todos. Donde ellos iban siempre encontraban amigos, fueran o no demócratas cristianos, fueran chilenos o extranjeros, todos los acompañaban con cariño y respeto. Ellos se acercaban constantemente a Jesús y trasmitían su mensaje de paz, amor y bondad.

Si bien el hermano Bernardo fue un destacado profesional, un excelente abogado, no hubo mejor obrero cuando fue ministro del Trabajo porque jamás dejó de pensar en el prójimo como su verdadero hermano, sentados con todos los trabajadores en la misma mesa, compartía el mismo pan. Es destacable su posición comunitarista de la vida al defender la participación de los trabajadores en la gestión y utilidades de las empresas.

También fue ministro del Interior y, por ocupar ese cargo seis años, fue cuatro veces vicepresidente de la República. En ambas funciones prosiguió siendo el hombre sencillo y austero, enemigo de darse la importancia que ameritaba, bueno y comprensivo. Sin embargo, defendió con energía las obras realizadas por su Gobierno, al presidente y a sus ministros. No titubeó un minuto en aplicar la ley cuando hizo detener a la Directiva del Partido Nacional cuando esta emitió una declaración pública en la que ponía en duda el patriotismo del presidente de la República, Excelentísimo Sr. Eduardo Frei Montalba y del Canciller, Sr. Gabriel Valdés Subercaseaux, al acusarlos de no fortalecer a las Fuerzas Armadas y postergarlas, buscando, como fue la costumbre de la Derecha en América Latina de provocar el golpe militar para defender sus intereses económicos provocando el descontento y el conflicto.

Hoy, en el mundo entero, incluido Chile, los valores de la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la democracia, el amor, etcétera, no se practican ni se respetan. Entre muchas aberraciones de esta sociedad “moderna” se trafican drogas ilegales, armas y se realizan un sin número de actividades que promueven el odio, el vicio y la ilegalidad. Se contaminan e intoxican los ambientes poniendo en riesgo la naturaleza y la humanidad. Grupos ideologizados arrasan con la vida de sus enemigos y de miles de inocentes, sobre todo niños, defendiendo utopías inútiles fracasadas. Miles de migrantes vagan por diferentes países en busca de alimentos y un poco de libertad. Miles de personas se sienten postergadas, engañadas, abusadas y marginadas de las decisiones que toman esos grupos. Anarquistas organizan encuentros violentos los que comunican por las redes sociales y se reúnen para destruir y amedrentar. Muchos justifican esa violencia por una serie de problemas que presentan los países, entre los cuales destacan la pésima previsión, la deficiente atención en Salud, la mala calidad de la educación estatal, la inseguridad, la discriminación, etcétera. Los grupos violentistas y pro -violencia tienen su origen en la carencia de oportunidades de los jóvenes, el abandono de los niños por parte de sus padres hombres (el 50% de los hogares están dirigidos por madres abandonadas) los bajos salarios, el hacinamiento en campamento, la carencia de casas y poblaciones inadecuadas, etcétera.

El Hermano Bernardo Leighton en primer lugar nos diría que todos somos responsables de los que está ocurriendo ya que nos ha faltado el diálogo, la tolerancia, el respeto por las diferencias individuales y colectivas, la solidaridad y el fortalecimiento de la democracia. Se culparía a si mismo por no haber hecho lo suficiente para fortalecer esos aspectos de convivencia de la vida ciudadana. Además de preocuparse por los ciudadanos lo haría también por el futuro de los niños y por el medio ambiente.

Sobre la violencia, nuestro Hermano Bernardo tiene pasajes de gran participación efectiva en la historia de Chile. Siendo joven, en momentos que el país vivió episodios de desorden y anarquía durante los 100 días, en 1932, cuando existieron sublevaciones en las Fuerzas Armadas en las que intervino para darles solución y cuando se produjeron sucesivos golpes militares en que sus integrantes se hacían del poder, sin consultarle al pueblo o cuando un golpe militar destituyó al presidente Constitucional de la República, Sr. Juan Esteban Montero. Siempre intervino apegado y defendiendo la democracia, la Constitución y la no violencia. También se demuestra en su activa participación como Diputado y presidente del Partido Demócrata Cristiano al lograr una excelente mediación con la Unidad Popular traducida en el “Estatuto de Garantías Constitucionales” que permitió la aprobación por parte del Congreso Pleno del Dr. Salvador Allende Gossens como presidente de la República, que había sido favorecido con sólo un 36,2 % de los votos, lejos de la mayoría absoluta. También su apego a la Constitución, a la democracia y a la no violencia llevó a Leighton en 1973, junto a un pequeño grupo de 15 demócratas cristianos, a condenar el Golpe Militar, apegarse a la Constitución y reconocer a Salvador Allende como presidente Constitucional. -Si este documento se hubiese conocido, habrían sido miles los firmantes, el Hermano Bernardo interpretaba fielmente a sus camaradas y a un gran sector de los chilenos. Si se le hubiese hecho caso ¿cuántos muertos se habrían evitado?, ¿cuántos problemas nos habríamos evitado?

En Dictadura trató afanosamente de defender como abogado a los perseguidos, presos y torturados por el régimen; como también, pedir la ubicación de muchos desaparecidos, acudió a los Tribunales a presentar recursos de amparo por muchas personas sin éxito, ya no existía justicia.

En 1973 fue invitado a Roma, Italia, por la Democracia Cristiana Italiana, allí viajó con Anita, su amada esposa. Con una gran agenda de charlas, reuniones y actividad política tuvo que radicarse en una modesta vivienda en Roma. Aunque no contaba con recursos, vivió una vida sencilla sin pedirle ayuda a nadie.

En 1974 la Junta Militar le comunicó que le estaba prohibida la entrada a su patria. En ese tiempo su sobrino, el Ingeniero Guillermo Canessa Fresno, viajó a Roma para acompañar a sus tíos. En la noche del 6 de octubre de 1975, en la oscuridad de la calle Aurelia, cuando regresaba a pie a su casa con su esposa, se produce el indigno atentado en contra de la vida de la pareja. Las balas asesinas que portaban extremistas de derecha, todo financiado por la DINA, organismo del ejército de Chile, no lograron su cometido. Bernardo y Anita quedaron mal heridos soportando una recuperación lenta en el exilio. En junio de 1978, el gobierno de Chile autorizó el regreso del matrimonio a su patria y el Hermano Bernardo, al descender del avión se inclina y besa el suelo de la patria que tanto amaba. ¡Que acto más violento e irracional! Sin embargo, nuestro amigo perdonó a sus agresores, insistiendo que en la vida no hay enemigos, tan sólo hay adversarios y que se sentía feliz de estar de vueltas en su querida Patria.

Es mi convicción que Bernardo Leighton hoy estaría buscando el diálogo con los actores sociales y con los violentistas para convencerlos de buscar en conjunto solución para superar la crisis que provocó el estallido social, sólo así se fortalece la democracia.” No somos enemigos de nadie, sólo somos adversarios políticos que podemos llegar a acuerdos”.

Gracias por vuestra asistencia.

Prof. Dr. Iván Saavedra Saavedra,

Q.F. CORPORACIÓN EDUCACIONAL BERNARDO LAIGHTON GUZMÁN