Entrevista

Ellos partieron en febrero de 1974, invitados a Europa.

-Y un día -dice Leighton- cuando estábamos en la misa por Aldo Moro, nos enteramos de que no nos dejaban volver a Chile.

Ella, una sombra luminosa a su lado, agrega despacito:

-No dejaban volver a Bernardo. Para mí era igual que no me dejaran volver, tampoco.

-¿Y qué delito había cometido usted, don Bernardo, como para merecer el exilio?
-Ninguno

-Pero algo tiene que haber dicho contra el Gobierno…
-Yo fui a dar conferencia y varias veces hablé, en general, de la historia de la Democracia Cristiana, de su actitud frente al golpe, de cómo era la democracia chilena hasta septiembre de 1973.

-Pero Bernardo nunca habló contra nadie de Chile -dice Anita-.

Llegaba solamente hasta la Junta de Gobierno.

-Del señor Pinochet nunca me gustó hablar -Añade él.

-Pero la Democracia Cristiana, al comienzo estuvo a favor de la intervención militar, ¿verdad?
-Yo no. El golpe fue el 11, el 12 hubo toque de queda y nadie pudo salir a la calle; el 14 nos reunimos un grupo de dieciséis parlamentarios de mi partido y firmamos una declaración condenando el golpe, aunque no estábamos a favor del gobierno depuesto. Nosotros habíamos estado en la oposición a Allende. Nuestra declaración no fue difundida entonces en Chile, aunque algunos corresponsales la enviaron al exterior.

-Usted fue contrario al primer gobierno de Ibáñez, ¿cómo califica, ahora, con la perspectiva del tiempo, ese período?
-Fue una dictadura presidencial.

-Y este gobierno, ¿cómo lo define?
-Ah- se le ríen los ojos -habría mucho que hablar… Pero el propio señor Pinochet reconoce que su gobierno es una dictadura. Una dictablanda ha dicho.

-¿Más o menos fuerte que el de Ibáñez?
-Es un poco diferente éste de la otra -esquiva la respuesta.

-¿Diría que se está abriendo…?
-No sé, pero creo que hay elementos de gobierno que quieren rectificaciones para volver a una institucionalidad democrática.

-¿Usted cree que Chile volverá a la misma democracia del pasado?
-Sí, a la misma democracia en cuanto a sus fundamentos, sus bases esenciales, pero con modificaciones, muchas de las cuales son necesarias.

-¿Le parece que el Gobierno busca seriamente el retorno a la democracia?
-No veo que el Gobierno esté buscando nada respecto a la vuelta a la democracia… No se ve que esté dispuesto a responder positivamente al Acuerdo Nacional que ha sido firmado por tanto representante del pensamiento político, intelectual y social del país. Yo tengo mucha fe en ese documento alcanzado a iniciativa del señor Cardenal.

Casi sin advertirlo, Bernardo Leighton va rompiendo su largo silencio. Anita lo mira y lo escucha, con respeto.

-Se destacan puntos de desentendimiento y francos desacuerdos entre los distintos sectores políticos que suscribieron el Acuerdo… ¿Cómo lo ve usted?
-No veo problemas insalvables entre ellos.

-¿Cree posible un acuerdo real y perdurable entre sectores ideológicos tan distantes, como son la derecha, simbolizada por Francisco Bulnes, y la izquierda, expresada a través de Carlos Briones?
-Sí. Pueden llegar perfectamente a concordancia porque están unidos por el mismo deseo de lograr una democracia para Chile. En política se puede lograr concordancia sin necesidad de pasarse firmando acuerdos. Por lo demás, no es un pacto de gobierno el que han logrado. Somos muchos los chilenos que queremos lo mismo…

-¿A quiénes dejaría fuera del Acuerdo?
-Ojalá, a nadie.

-Y, ¿a los que están en los extremos?
-Siempre ha habido extremistas en la política chilena,. Pero son los menos y no por ellos se va a dejar a un lado lo que quiere la inmensa mayoría.

-Concretamente, ¿cree con el Partido Comunista también se puede…?
-Sin ningún problema. Ha pasado tantas veces. Se puede concordar con los comunistas, pero no se puede llegar a un pacto con ellos.

-¿Concordar con ellos, aunque acepten la violencia en la lucha política?
-No -replica, rotundamente-. Si aceptan la vía violenta no hay ninguna posibilidad de concordar con el Partido Comunista. A todos los que sean partidarios de la violencia, para actuar en la vida política, los dejo totalmente al margen.

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